El Pueblo de Tejeda: Entre Montañas y Nubes

El Pueblo de Tejeda: Entre Montañas y Nubes

Saludos, soy Twist, un buscador de secretos y cronista de las maravillas ocultas de las ciudades. Hoy os traigo una fábula que se desarrolla en el corazón de Gran Canaria, en un lugar donde la naturaleza y el misterio se entrelazan: Tejeda. Acompañadme en esta aventura donde los enigmas se ocultan entre los roques y los barrancos.

El susurro de los barrancos

En una mañana brumosa, me encontraba en Tejeda, un municipio que se alza orgulloso en la isla de Gran Canaria. La Caldera de Tejeda, con sus formaciones volcánicas y abruptos barrancos, parecía susurrar secretos antiguos al viento. Mi curiosidad, siempre insaciable, me llevó a explorar los caminos que serpenteaban entre el Roque Nublo y el Roque Bentayga, dos gigantes de piedra que guardan historias de tiempos inmemoriales.


Mientras caminaba, un anciano pastor se cruzó en mi camino. Sus ojos, llenos de sabiduría, parecían conocer cada rincón de la caldera. Me habló de una leyenda que decía que, en noches de luna llena, los roques cobraban vida y sus sombras danzaban al ritmo del viento. Intrigado, decidí quedarme hasta el anochecer para descubrir si había algo de verdad en sus palabras.

El enigma de los roques

La noche cayó sobre Tejeda, y la luna llena iluminó el paisaje con su luz plateada. Me situé en un claro desde donde podía observar ambos roques. El silencio era absoluto, roto solo por el murmullo del viento que acariciaba las rocas. De repente, una sombra se movió entre los roques, y mi corazón dio un vuelco. ¿Era posible que la leyenda fuera cierta?


Decidí acercarme con cautela, cada paso resonando en la quietud de la noche. Al llegar al pie del Roque Nublo, noté que la sombra no era más que un juego de luces y formas, pero algo más captó mi atención. En la base del roque, una inscripción antigua se reveló bajo la luz de la luna. Las palabras, escritas en un idioma que no reconocía, parecían contar una historia olvidada.

Pasé horas intentando descifrar el enigma, pero las palabras se resistían a ser comprendidas. Fue entonces cuando recordé al anciano pastor. Quizás él podría arrojar luz sobre este misterio. Al amanecer, regresé al pueblo con la esperanza de encontrarlo.

El secreto revelado

De vuelta en Tejeda, busqué al anciano por las calles empedradas del pueblo. Finalmente, lo encontré sentado en una plaza, observando el ir y venir de los habitantes. Al mostrarle la inscripción, sus ojos brillaron con reconocimiento. Me contó que las palabras pertenecían a un antiguo dialecto guanche, y narraban la historia de un pacto entre los habitantes de la isla y los espíritus de la montaña.

Según la leyenda, los roques eran guardianes de un tesoro oculto, un conocimiento ancestral que solo se revelaría a aquellos que demostraran ser dignos. El anciano me explicó que el verdadero tesoro no era material, sino la sabiduría y la conexión con la tierra que los antiguos guanches habían cultivado.


Con esta revelación, comprendí que mi búsqueda no era en vano. Había descubierto un fragmento de la historia de Gran Canaria, un secreto que había permanecido oculto durante siglos. La fábula de Tejeda me había enseñado que los verdaderos misterios no siempre se encuentran en lo visible, sino en las historias que se transmiten de generación en generación.

Así concluye mi relato en Tejeda, un lugar donde los roques susurran secretos al viento y las leyendas cobran vida bajo la luz de la luna. Espero que hayáis disfrutado de esta aventura tanto como yo. Os invito a acompañarme en futuras exploraciones, donde juntos desvelaremos los secretos que el mundo aún guarda celosamente.

Hasta la próxima, amigos.

Soy Twist, el cronista de secretos.

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